Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia

Somos María López Aragón y Amanda Miravet Verde, estudiantes de segundo curso del Grado de Enfermería, de la Residencia Anunciata (Valencia). Este verano pasado tuvimos la oportunidad de vivir una experiencia inolvidable. Nuestra ilusión siempre había sido poder asistir a alguna Jornada Mundial de la Juventud (JMJ un evento internacional en el que millones de jóvenes se reúnen junto al Santo Padre durante 5 días, donde se tiene la oportunidad de orar y rezar en comunidad, conocer nuevas culturas y vivencias y, sobre todo, donde se puede ser partícipes del amor a Dios y la devoción de muchos jóvenes de todas partes del mundo). Las Jornadas Mundiales de la Juventud se celebran cada tres años. Nosotras asistimos el pasado mes de julio a Cracovia, Polonia, para poder disfrutarla en este año 2016.

La Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir ofertaba un peregrinaje de trece días, con parada de tres días en la JMJ celebrada en Cracovia. Y nosotras noss apuntarnos al grupo de jóvenes de la Universidad para vivir la gran aventura. Durante este peregrinaje visitamos numerosos países europeos como Francia, Chequia, Polonia, Austria e Italia. En cada uno de ellos, realizábamos diversas catequesis y Eucaristías. Estas nos resultaron realmente útiles en nuestra vida cristiana y nuestras creencias religiosas puesto que, además de conocer gente nueva de todas las edades, también pudimos compartir diferentes testimonios y experiencias, las diversas formas de vivir el amor de Dios y el cristianismo, las numerosas actuaciones de la Iglesia Católica y la importancia de la solidaridad y de ayudarse unos a otros. Esta experiencia nos ayudó a ser conscientes de que hay muchas maneras diferentes de vivir una misma religión.

Durante los tres días en el recinto Campus Misericordiae, en Cracovia, se realizaron diversas actividades. El viernes 29 de julio, por la tarde, se hizo el Via Crucis y el sábado 30 de julio, se llevó a cabo la Vigilia, donde ya pudimos ver de cerca al Papa Francisco.

Fue nuestro primer contacto con las numerosas naciones y las primeras oraciones. Resultó emocionante escuchar por primera vez la voz del Santo Padre. Desde nuestra zona de camping podíamos escuchar la oración, aunque también podíamos aproximarnos al escenario y al altar para observarlo de cerca. Allí, se nos repartió una vela a cada uno, pudiendo disfrutar del silencio. Nos resultó curioso cómo una misma creencia en común, era capaz de hacer que millones de jóvenes mantuvieran el silencio y oraran en conjunto.

Los días de JMJ también se realizaron numerosos espectáculos como bailes y representaciones teatrales, así como conciertos para dar un ambiente alegre y juvenil, de celebración. Por otra parte, personas de diferentes países como Siria, Polonia y Paraguay dieron testimonios de su camino con Jesús y hacia Él. Estos fueron sobre temas diversos, desde la drogadicción hasta el sufrimiento vivido en la guerra. Personalmente, nos sorprendió el caso de Rand Mittri, una joven perteneciente al oratorio salesiano de Alepo que contó su experiencia de la guerra siria y la injusticia vivida. Hablando de las tragedias de sus familiares y seres queridos, se atrevió a afirmar que nada le quitaría la Fe y la Esperanza. Así pues, vimos que, para Rand, al igual que para el resto de cristianos, la fuente de alegría y paz es la Fe en Jesucristo.

El último día de la Jornada Mundial de la Juventud, domingo 31 de julio, se celebró por la mañana la Santa Misa. Fue realmente emocionante. El Papa Francisco habló en todo momento desde la cercanía y la confianza, con un lenguaje y registro juvenil, entendible por todas las edades. Ejemplificaba todas las lecturas con casos reales y cotidianos, de forma que te podías ver reflejado en todas sus palabras. Nos dio consejos para la vida, nos animó a seguir el camino de Jesús y a manifestar nuestro amor a Dios. Nos motivó también para dar a conocer la importancia de la Fe a aquellos que aún no la han encontrado y a luchar contra las injusticias para conseguir un mundo mejor. Esta Eucaristía, como el resto de actividades, nos ayudó a reflexionar y a ser conscientes de lo afortunadas que somos en la vida.

Así pues, nos atrevemos a afirmar que la Jornada Mundial de la Juventud fue para nosotras una vivencia inexplicable. Creemos que para poder saber realmente lo que es, se debe asistir y participar, disfrutarla de forma personal. Para los cristianos y cristianas es gratificante ver que tantos jóvenes se reúnen con un mismo fin; ayuda a percibir la vida desde una perspectiva diferente, a darle sentido a muchas cuestiones y a darnos cuenta de que la fe y el amor a Dios, a través del Santo Padre allí presente, era capaz de mantenernos juntos a todos los jóvenes. Aunque todos allí éramos diferentes; teníamos algo en común que nos unía: la Fe, la Esperanza y nuestro amor hacia Jesús.

Amanda y María Inmaculada